Empieza el nuevo cuatrimestre y puede que seas de los que se incorporan ahora al Erasmus, de los que vuelven después de Navidad o de los que ya han terminado su experiencia en el extranjero. En cualquiera de los tres casos, hay una novedad: Jesús ha nacido de nuevo y quiere hacerse más presente en tu vida, fortalecer una amistad personal entre tú y Él.
Si eres del primer grupo, estás comenzando una aventura impresionante. Con incertidumbre y quizá algo desubicado los primeros días, pero no te preocupes, pronto te adaptas. El Erasmus no tiene por qué ser mejor que tu día a día antes de irte, pero va a ser distinto y por lo tanto enriquecedor: ¡aprovecha! Aprovecha para todo, pero sin que se te escape lo principal, que Dios no se queda en casa y que con Él, todo se potencia, todo se vive con mayor intensidad. No dudes en buscar una parroquia y seguir yendo a misa los domingos o incluso empezar a hacerlo. En hacer un ratito de oración cada día, dar gracias por todos los amigos, viajes, culturas que estás descubriendo. En, quizás, participar de la pastoral universitaria o de algún grupo de oración y conocer así como se vive el catolicismo en otros países, ¡seguro que te ayuda a fortalecer tu fe!
Prueba a hacer del tuyo un Erasmus en el que no aparques tus principios. Por lo menos pruébalo, porque el Erasmus de alcohol y sexo del que tanto te han hablado ya lo conoces, pues el del que más se habla, pero te garantizo que no es el mejor.
Si no eres de los recién llegados al extranjero sino que este cuatrimestre es una continuación de tu año de convenio, seguro que la Navidad ha supuesto un tiempo de descanso, de disfrutar de familia y amigos a los que tenías más ganas de ver que nunca, de cargar las pilas, ¡te queda toda una segunda parte! Ya sabes los fallos -si no, párate un momento a pensarlos-, organízate y termina de vivir al máximo esta oportunidad para aprender y crecer como persona y cristiano.
Sin embargo, si ya has vuelto del todo, se te ha acabado una experiencia que posiblemente será de las que más recuerdos te deje, porque rompe totalmente con la monotonía en la que sin darnos cuenta dejamos caer nuestro día a día en nuestra tierra. Pero ¡nada de depresión post-erasmus! Ahora que has estado lejos, seguro que has aprendido a valorar todo lo que tenías y nunca habías reparado. Da gracias a Dios por ello y demuestra un cambio de actitud por saber ahora cómo de afortunado eres. Y no caigas en una rutina aburrida, que aunque el Erasmus sea una ocasión idónea por diversas circunstancias, no sólo allí se puede conocer a gente nueva, viajar y disfrutar. Hay miles de actividades, voluntariados, deportes… a tu alrededor. Prueba ahora que vienes con “ganas de más” y no te vuelvas al sofá: ¡vive un Erasmus continuo!
Por último, te pedimos una cosa. Ya seas de los que vayas, vuelvas o hayas vuelto, escríbenos si has conocido alguna parroquia o movimiento católico que creas que merecen la pena. Si ya lo hiciste, comprueba que tus datos están actualizados para poder ayudar a otros. Y si quieres, te agradecemos que nos escribas contándonos tu testimonio a erasmus@jovenescatólicos.es
¡Gracias por hacer del tuyo un Erasmus diferente!