Transformar la vida cristiana no significa hacer un cambio enorme y alejarme de los demás. Es pasar de la palabra a los hechos; es VIVIR la Palabra con los que me rodean; es tomar la iniciativa de transmitir el amor con el que soy amado a los amigos de la universidad y dejar reflejar a Dios en mi vida. Lo que nosotros causamos en los demás es un reflejo de lo que Él causa en nosotros. Ahora mira tu vida, ¿realmente es así? ¿Pueden decir de mí «este es otro Cristo»? Por eso, la condición básica para poder transformar es estar dispuesto, siempre, a ser transformados por Su Amor.
Para transformar no hay que tener ningún plan detallado. No hay que querer tener las riendas de todo, controlarlo todo, sino que la clave está en dejarse hacer por Él, pero de verdad, de verdad. Solo podemos dar aquello que tenemos, solo podemos transmitir a Cristo si antes lo hemos conocido. Él nos pone a cada uno en un lugar por algo, y nuestra misión es ser sus discípulos y transformar, desde lo que somos, nuestro lugar, lo que me rodea. Jesús quiere transformar a los demás y para eso me necesita, ¡Dios te necesita! Créetelo porque es verdad. Él actúa a través nuestro. Lo único necesario es dejarlo actuar en nosotros; proponérmelo y hacerlo.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? (Mt 5, 13)
Él nos invita a transformar, a transmitir, a compartir, a reflejar. Lo que nos impide hacerlo siempre está en nuestro interior; son barreras que nos ponemos o que nos pone la sociedad, la familia, etc. Por eso, es bueno descubrir qué barreras me molestan para liberarme de ellas. ¿Qué me impide transmitir a Jesús cuando siento que quiero hacerlo? Piénsalo.
“…Mira, tú ya sabes que no tengo miedo a la muerte, pero tampoco tengo ninguna prisa porque llegue. ¿Podré estar allí más en tus brazos de lo que estoy ahora? Porque éste es el asombro: el cielo lo tenemos ya desde el momento en que podemos amarte…”
Esta es la felicidad que transforma: la de sentirse amado por Jesús. Solo si eres transformado podrás transformar.
Núria Conesa Casals