El Papa comentó la Primera Lectura propuesta por la liturgia del día y tomada del primer libro de Samuel en la que se relata la historia de los padres del profeta, Elcaná y Ana. Su padre tenía dos esposas: Ana era estéril, y la otra, sí tenía hijos, pero en lugar de consolar a Ana, no pierde la ocasión y la humilla y maltrata con dureza recordándole su esterilidad.
También en otras páginas de la Biblia sucede lo mismo. De ahí que el Papa haya mencionado lo acaecido entre Agar y Sara, las mujeres de Abraham, cuya segunda esposa era estéril. Y además de referirse a la mofa y al hecho de despreciar al débil, Francisco dijo que también se trata de una actitud de los hombres como en el caso de Goliat frente a David, a lo que invitó a pensar en la mujer de Job, o en la de Tobías, que desprecian a sus maridos que sufren:
“Yo me pregunto: ¿qué hay dentro de estas personas? ¿Qué hay dentro de nosotros, que nos lleva a despreciar, a maltratar, a mofarnos de los más débiles? Se comprende que uno pueda reñir con otro que es más fuerte: puede ser la envidia que te conduce a esto… ¿Pero los más débiles? ¿Qué hay dentro que nos lleva a esto? Es algo habitual, como si yo tuviera necesidad de despreciar al otro para sentirme seguro. Como una necesidad…
También entre los niños sucede esto – hizo notar el Papa – lo que le hizo evocar un recuerdo de cuando era pequeño: en su barrio vivía una mujer, Angiolina, enferma de mente, que estaba todo el día por la calle. Las mujeres le daban algo para comer, algún vestido…, pero los niños le tomaban el pelo. Se decían: “Vamos a buscar a Angiolina para divertirnos un poco”. “¡Esta maldad también en los niños! – comentó Francisco – ¡mofarse del más débil!”
“Y hoy lo vemos continuamente, en las escuelas, con el fenómeno del bullying, del acoso psicológico, agredir al débil, porque tú eres gordo o porque tú eres así o tú extranjero o porque tú eres negro, por esto… agredir, agredir… Los niños, los chicos… No sólo Penina o Agar, o las mujeres de Tobías y de Job: incluso los niños. Esto significa hay algo dentro de nosotros que nos conduce a esto. A la agresión del débil. Y creo que sea una de las huellas del pecado original”.
Tal vez los psicólogos – afirmó el Papa – darán sus explicaciones a esta voluntad de aniquilar al otro porque es débil, pero yo digo que “ésta es una de las huellas del pecado original. Ésta es obra de Satanás”. En Satanás, en efecto, no hay compasión.
“Y así, como cuando tenemos el buen deseo de hacer una obra buena, una obra de caridad, digamos “es el Espíritu Santo quien me inspira a hacer esto”, cuando nosotros nos damos cuenta de que tenemos dentro de nosotros este deseo de agredir a aquel porque es débil, no dudamos: está el diablo allí. Porque ésta es obra del diablo: agredir al débil”.
“Pidamos al Señor – concluyó diciendo el Papa Francisco – que nos dé la gracia de la compasión: eso es de Dios”, Él que “tiene compasión de nosotros y nos ayuda a caminar”.