La Hermana María Clara de Cristo Rey comenzó los estudios universitarios de trabajo social y durante las vacaciones de su primer año decidió, con la ayuda del Señor, ingresar en las Carmelitas Samaritanas. Esencialmente, la profesión de trabajadora social se caracteriza, y cito textual, “por favorecer el desarrollo de vínculos humanos saludables y fomentar cambios sociales que deriven en un mayor bienestar para las personas. Los trabajadores sociales, de este modo, actúan sobre ciertos factores relacionados a las interacciones de los individuos con el entorno” El carisma samaritano es una vocación, un magisterio. En término amplios incluso podríamos decir que es un trabajo y su labor social está clara pues, partiendo de Jesús y solo de Jesús, se abre a la comunidad para difundir la palabra y el amor de Dios. La Hermana María Clara, sin saberlo quizá, una vez en el instituto, continuó con esa labor encaminada a los demás y el pasado día 26 de noviembre hizo su profesión temporal. El Señor, profesor de todo lo grande, la quiere como colaboradora en su misión de amor y misericordia.
Nos alegrarnos por la profesión de la Hermana María Clara y queremos recordar ese día donde reunida toda la comunidad en la capilla de Valdediós delicadamente adornada con flores andaluzas, asistimos a una hermosa ceremonia, y sobre todo queremos poner en valor el testimonio que hemos escuchado de nuestra hermana pues en varias ocasiones habló de que su relación con Dios fue tan directa que llegó al Carmelo con escasa dirección espiritual, “quería hacer la voluntad del Señor pero como no me agobiaba la búsqueda del lugar, todo surgió en mí de forma natural”. Fue una luz que se fue iluminando en su interior sin más relación que Dios y ella. “No tuve a nadie que me guiara – nos dijo María Clara-, sólo sabía que tenía que seguir su llamada pero necesitaba que Él me dijera cómo.
Cuando se dirigía hacia París desde su Medellín natal para visitar a una compañera de estudios, su hermana Manuela le pidió hacer una parada para saludar a la Carmelitas Samaritanas en Valladolid. “Cuando conocí a la comunidad se me desarmó todo, me cambió la vida, mi ordenada personalidad cambió totalmente pues dentro de su orden ganó en amor, entrega y alegría y conforme pasaba el tiempo comencé a entender y fue cambiando mi orden de prioridades. Me sentí amada por el Señor sin merecerlo y quise responderle con mi entrega pues sin darme cuenta el Señor hizo que allí me enamorara de Él”. Y así Dios y María Clara comenzaron una historia común que tuvo sus hitos en la entrada en el postulantado, en la toma de hábito y ahora prosigue con la profesión temporal celebrada el mismo día donde celebramos que el Señor es el Rey del Universo.
“El Señor no me pide grandes cosas – le oímos en una ocasión a nuestra querida hermana-, sólo que su llama no se apague”. Habitamos en la certeza que la lamparilla que brilla en el interior de la Hermana María Clara de Cristo Rey siempre estará colmada de aceite para que la luz de Dios brille en toda su intensidad. Felicidades hermana.
José Manuel Garcia