No son pocas la veces que cuando hablas con alguien y le preguntas: ¿cómo vas?, su respuesta en muchas ocasiones es: estoy feliz, estoy bien.
¿Es una repuesta correcta? Por supuesto que es una contestación acertada pero superficial porque el ser humano no está sino que es. Es decir se puede estar bien, se puede ser feliz pero ser un corrupto, un pederasta o un simple sinvergüenza; y por otro lado se puede estar mal (sufriendo una enfermedad en un hospital, una desgracia familiar) y ser bueno. Hay muchos chicos y chicas que mientras consumen droga se encuentran bien y sin embargo todos somos conscientes de que no les hace bien.
Por consiguiente a la pregunta de ¿cómo vas?, la repuesta que deberíamos hacernos es: ¿cómo soy?, ¿soy una persona buena o por el contrario…? Tal es la profundidad de la cuestión que Dios, de cada uno de nosotros, lo que ha hecho es que seamos hijos.
¿Por qué debemos hacernos esa pregunta de cómo soy? Muy sencillo: el obrar sigue al ser y de una persona buena se manifiestan obras buenas y de una persona mala lo que habitualmente se origina son conductas negativas. Lo bueno se pega, pero lo malo también. Pégate a lo bueno y terminarás siendo bueno.
Por consiguiente no me preguntes más cómo estoy, sino cómo soy, ¿estoy siendo quién quiero ser?