No sé si os ha pasado pero ha sido volver de verano y tener que empezar a organizar cosas, volver a las responsabilidades de siempre, decidir nuevos compromisos y ¿por qué no? Apuntarse a actividades nuevas. Y quizá solo me pase a mí pero tengo que elegir entre dos actividades buenísimas de apostolado o de formación, las dos son de verdad que estupendas pero te coinciden, o no puedes llegar a todo, a los jóvenes estas cosas nos suelen pasar… el inicio de curso siempre suele ser tomar decisión tras decisión… esto de tener que elegir es un marrón… hasta que descubres la solución. La comparto porque realmente ¡es verdad! A mí me ayuda un montón y me quita todo tipo de inquietud.
¿Has pensado alguna vez a la hora de organizarte el curso hacerlo con Él? Es decir, todo lo que quieres hacer ¿por qué? ¿Qué pinta Dios en tu organización? Pregúntate ¿es esto lo que Dios quiere para mí? ¿Es así como puedo amarLe más? ¿Es con este apostolado como puedo llevar más almas al Cielo? ¿O quizá el Señor me quiera en esta otra? Parecerá una absurdidad tener que decidir hasta la mínima cosa con Dios, pero ¿para qué estás aquí si no es para amarLe y hacerLe amar?
Organizad el curso juntos, que el Señor también tenga algo que decir en tu rutina. Al fin y al cabo, los cristianos lo tenemos muy fácil, hay que hacer poco en realidad, solo hay que disponerse, dejarse hacer, dejar que Él tome las riendas y estar ¡siempre disponibles para lo que Él quiera, lo que Él necesite! Cómo cambiarían las cosas si organizáramos el curso de este modo, ¿no creéis? Nos solemos agobiar ocupando todo nuestro tiempo, queriendo hacer mil cosas, estando en todos los lugares posibles y cuanto más santos mejor y aunque vayamos con la mejor intención nos acabamos olvidando que el protagonista es Cristo, que lo importante no son las obras de Dios sino Él mismo, que lo importante no es estar aquí, ahí y más allá, sino estar donde Dios quiere que estés por ahí te necesita, porque ahí quiere educarte y quiere enseñarte a amar.
Ahora, de todas las actividades que tenías planeadas, ¿cuáles elegirías respondiendo a estas preguntas? Y, ¿en tu horario hay sitio para dedicarLe un tiempo solo a Él, a la oración adoración, Misa, Rosario? Búscate un hueco exclusivísimo para Él desde ya, póntelo como hábito y no permitas que Él deje de ser el centro. Ni te puedes imaginar las ganas que tiene el Señor de ser el Rey de tu día, ¡de tu vida! Tú déjale, fíate. En este curso… ¡que mande Él!