Cuenta Hugo Wast en su biografía de Don Bosco una anécdota que describe el secreto del fundador de los Salesianos.
En su relato describe como Don Ricaldone, que durante años fue Prefecto de la Congregación Salesiana, conoció a Don Bosco.
Me había puesto al frente de un gran colegio y estaba lleno de temores a causa de mi inexperiencia, dice Don Ricaldone. Se me ocurrió entonces consultar a Don Bosco, y me fui a Roma a verle a Turín. Quería que me explicara el secreto de aquella misteriosa atracción que ejercía con los niños: cuál sería su sistema pedagógico. Para no hacerle perder más tiempo, y para retener mejor sus respuestas, escribí un minucioso memorándum con las cuestiones que me preocupaban. Me lo aprendí de memoria y fui a exponérselo. Don Bosco me oyó cortésmente. Me dejo hablar cuanto quise. No me interrumpió una sola vez, y yo advertí, por la atención que me prestaba, que iba a dar una respuesta franca a mi largo cuestionario. Yo termine así: ¿Como hace Vuestra Reverencia para atraer a los niños? Y él entonces me respondió, pero no me dijo muchas palabras, no me dijo ni tres, ni siquiera dos, me dijo una sola palabra:
Amándolos.