¿Para qué fuiste creado? ¿Tienes bajones en tu vida? ¿Te gustaría ser la mejor versión de ti mismo? Anne Marie Williams nos muestras las claves para afrontar las grandes preguntas que siempre nos planteamos. Una chica de 19 años y la más joven de una familia de siete hijos. Pertenece a una familia católica y su gran sueño es ser escritora -además de tener un golden retriever-. Ama la naturaleza porque en ella ve la creación de Dios.
Nuestras almas pertenecen al cielo, ¡estamos llamado a ser santos!, todos y cada uno de nosotros. Sin embargo, responder a esta llamada puede ser muy desafiante, especialmente para los jóvenes de la sociedad tan secularizada que tenemos hoy en día.
Con frecuencia, me encuentro a mi misma en un completo asombro por los santos que han vivido antes que nosotros -hasta el punto en el que olvido que ellos también fueron humanos, que tuvieron sus luchas y momentos de debilidad, como yo lo tengo, y aun así se levantaban una y otra vez para convertirse en nuestros modelos de vida-. Vivieron sus vidas como un testamento del Amor y Gracia de Dios, enseñándonos que no hay impedimento que pueda evitar que alcancemos el cielo.
Hay un santo en particular que viene a mi mente, San Agustín, quien es considerado como uno de los más grandes doctores de la Iglesia… y no olvidemos que él también tubo un pasado turbulento. Él es una prueba de que no hay ningún problema en nuestras vidas al que no podamos dar la vuelta y ser la persona que Dios nos hizo ser para esa situación. ¡La llamada a la santidad y alcanzar el cielo es un gran reto, pero no es imposible!
Recordemos una de mis frases favoritas, de una leyenda del tenis como fue Arthur Ashe: «Empieza donde estás, usa lo que tienes y haz lo que debes».
Básicamente debemos empezar por dar pasos de bebe, y así empezar a parecernos más y más a la mejor versión de nosotros mismos, la que Dios quiere.
Aquí doy algunos consejos sencillos para responder a esta llamada a la santidad y alcanzar el cielo:
- Ir a la confesión regularmente… creedme, ¡ayuda!
- Sonreir más, reir amenudo y desprender alegría.
- Amar, amar y amar, especialmente cuando nos resulta dificil.
- Morir a ti mismo, para darse a los demás en tu tiempo y atención.
- Ser paciente contigo mismo y con los demás.