Espero que estés preparando la dieta, el bikini perfecto, el moreno cegador, un cuerpo de diez y los shorts que te vas a poner.
Durante el invierno no importa como estés: fea, gorda, blanca o con granos, en invierno no vales lo que en verano.
Durante el invierno no importa como estés: fea, gorda, blanca o con granos, en invierno no vales lo que en verano.
Que la belleza del cuerpo sea única, que el hombre sea lo más perfecto del mundo no quita que tengamos que ser el escaparate de la ciudad. La diferencia es que en invierno lo escondes todo y en verano corta te quedas si dejas algo tapado.
No es la belleza de tu cuerpo la que define la Belleza que tienes, tampoco son los kilos, el moreno, las dietas, el color de pelo, las minifaldas o el escote, lo que te hace bella es tu elegancia como mujer y tu belleza única, una belleza que no la representa el exterior ni el cuerpo, porque está dentro de ti, en tu interior, en la intención con la que haces y te pones las cosas, la forma en que te das, las cosas que dices y cómo lo dices.
Tu belleza vale y está en la forma en la que tratas tu cuerpo, no en me veo atractiva y guapa, esta noche cae uno… Mi cuerpo dice lo que soy y como quiero que me vean, no te engañes diciendo: me gusta verme guapa, tengo cuerpo para lucirlo… ahí reflejas lo que tu cuerpo tiene y puedes dar físicamente. Pero ¿por qué no nos enseñas tu belleza de verdad, la del interior, la que nos cuenta como eres y hasta dónde tu corazón y tu alma son capaces de llegar y hacerte única?.
Sólo hay una forma de conseguir ser bello, de reflejar belleza, y la forma ¡está clara!, acudiendo a la Belleza Única y por Naturaleza: estando en gracia de Dios.
Si tu belleza no refleja el Amor de Dios NO es belleza, será exposición del cuerpo, objeto de uso u otra cosa.