Hace un par de semanas me saltaba ese anuncio en mi cuenta de Instagram. Tuve que leerlo un par de veces para cerciorarme de que lo que había entendido era lo que quería transmitir el mensaje. ¡Estaba tan alucinada!
Aunque he llegado a una conclusión: los señores de Durex tienen razón; sí, sí, criar un hijo es más caro que un preservativo. ¡Pañales, cuna, toallitas, cuentos, Aspitos, colegio, graduación, boda…! ¡Un jaleo! Total, un paquete de preservativos cuesta unos 8€, un hijo… ¡infinito!
Exacto, la vida de un hijo cuesta infinito, pero también vale infinito. Si ese señor de Durex ha podido hacer ese anuncio es porque sus padres decidieron que su vida valía más que un trozo de plástico que terminaría en un vertedero. Porque mi vida, la suya y la tuya también valen más que un preservativo. ¡No te dejes engañar: eres valioso, no solo costoso!
Supongo que cuando mi madre me mira no pensará en los pañales que gastó, los Aspitos que me compró, las clases de matemáticas que pagó, las propinas de los sábados que me dio, lo que se ha gastado en mis estudios, etc., pensará en lo maravilloso que es que mi vida haya empezado en su vientre ¡y que ella mismo haya dicho sí!
Te invito a dar gracias por tu vida y por tus padres, que en un momento dado dijeron «¡sí!» para que tú pudieras estar leyendo esto ahora mismo. Además, te invito también a rezar por todos los jóvenes que vean ese anuncio -o similares-, para que no se dejen llevar por la publicidad y el pensamiento dominante, sino que sean valientes y caminen conscientes del valor de la vida y de las consecuencias de sus actos.