El papa Francisco recibió este jueves en la Sala del Consistorio del Vaticano, a los participantes de la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Clero.
En sus palabras el Santo Padre se refirió a la nueva Ratio Fundamentalis, documento aprobado por la Congregación para el Clero a finales de 2016, que determinan una serie de normas para la formación de los sacerdotes y de la necesidad de acompañar en particular a los más jóvenes.
“Este documento habla de una formación integral, capaz de incluir todos los aspectos de la vida; y de este modo indica la vía para formar al discípulo misionero. Un camino fascinante y al mismo tiempo exigente”, dijo.
“El corazón de un joven sacerdote vive entre el entusiasmo de los primeros proyectos y el ansia de las fatigas apostólicas, en las cuales se inmerge con cierto temor, que es signo de sabiduría. Él siente profundamente el júbilo y la fuerza de la unción recibida, pero sus espaldas inician a ser gradualmente cargadas por el peso de la responsabilidad, por los numerosos compromisos pastorales y las esperanzas del Pueblo de Dios”.
Y si muchas veces los jóvenes son etiquetados como una generación ‘líquida’, no debe impedirnos de reconocer que son capaces de apostar firmemente por la vida y de ponerse en juego con generosidad, mirando al futuro con valentía y esperanza.
“Esto es lo que quisiera decir a los sacerdotes jóvenes: ustedes son elegidos, son queridos por el Señor, Dios los mira con ternura de Padre y después de haber enamorado a sus corazones, no dejará vacilar sus pasos. Ante sus ojos son importantes y Él tiene confianza que estarán a la altura de la misión a la cual los ha llamado”.
Por ello el sucesor de Pedro señaló algunas actitudes importantes:
Rezar sin cansarse. Seremos “pescadores de hombres” sólo si nosotros en primer lugar nos reconocemos ser ‘pescados’ por la ternura del Señor. “Nuestra vocación ha iniciado cuando, abandonamos la tierra de nuestro individualismo y de nuestros proyectos personales, y nos encaminamos hacia el ‘santo viaje’, entregándonos a ese Amor que nos ha buscado en la noche y a esa Voz que ha hecho vibrar nuestro corazón”.
Advirtió que cada día necesitamos detenernos, ponernos a la escucha de la Palabra de Dios y permanecer ante el tabernáculo. La oración, la relación con Dios, el cuidado de la vida espiritual dan alma al ministerio sacerdotal. “La oración, la relación con Dios, el cuidado de la vida espiritual dan alma al ministerio, y el ministerio da cuerpo a la vida espiritual, porque el sacerdote se santifica a sí mismo y a los otros, en el ejercicio concreto del ministerio, especialmente predicando y celebrando los sacramentos”.
Caminar siempre, porque un sacerdote siempre está en camino, indicó el Papa. “Jamás podrá sentirse satisfecho, ni podrá apagar la saludable inquietud que le hace extender las manos al Señor para dejarse formar y llenar”.
Deberá además “actualizarse siempre y permanecer abiertos a las sorpresas de Dios. De hecho, en cada ámbito de la vida presbiteral es importante progresar en la fe, en el amor y en la caridad pastoral, sin enraizarse en las propias adquisiciones o fijarse en los propios esquemas”.
Compartir con el corazón. “La vida presbiteral –concluyó el Papa– no es un trabajo burocrático ni un conjunto de prácticas religiosas o una liturgia a la que asistir. Ser sacerdote es jugarse la vida por el Señor y por los hermanos, llevando en carne propia la alegría y las angustias del Pueblo, invirtiendo el tiempo en escuchar para sanar las heridas de los demás, ofreciendo a todos la ternura del Padre”.
Fuente: Zenit.