Para una diócesis es siempre caudal de gracias albergar en su territorio al menos una comunidad de hombres o mujeres dedicados en clausura a la vida contemplativa. Consagrados a la oración, ser adoradores perpetuos de la Santísima Trinidad en la liturgia sacramental, estas mujeres y hombres son el oxígeno de la Evangelización y factor estratégico en la batalla espiritual para hacer presente el Reino de Dios.
Por ello el pasado sábado 6 de mayo el Obispo y los fieles de la Diócesis Vittorio Veneto (Italia) estuvieron de fiesta, pues ese día Nicoletta Falzoni hizo su profesión religiosa, incorporándose a la comunidad Benedictina de la Abadía Mater Ecclesiae.
Como signo de esta entrega que la une con Cristo y la Iglesia, ante la abadesa Anna María Canopi, Nicoletta tomó por nombre Sor María Fides. La familia, amigos, su párroco, P. Massimo Bazzichetto y muchos fieles de la diócesis eran los testigos.
Nicoletta había coronado con éxito sus estudios de economía en Milán el año 2002, tras incorporarse en una multinacional del tabaco como Gerente Comercial. Nueve años después, en 2011, su vida daría un giro radical hacia Dios mientras peregrinaba en la aldea de Medjugorje (Bosnia Herzegovina)… lugar donde el año 1981 -al decir de los seis videntes, cuatro niñas y dos niños- se apareció la Santísima Virgen María, presentándose como Nuestra Señora de la Paz.
Un año después de recibir ese llamado “como un relámpago” en Medjugorje -dice esta mujer enamorada de Cristo- ingresó al monasterio aceptando compartir la cruz del Amado por la salvación de muchos.
«Creo que puedo definir mi llamada como una vocación relámpago. Transcurrió sólo un año desde mi primera peregrinación a Medjugorje en agosto de 2011 hasta mi petición de entrada al monasterio; en todo ese tiempo viviendo el creciente deseo de la oración, de comunión con María y Jesús… hasta llegar a comprender que si había conocido la Isla donde se eleva la Abadía Benedictina definitivamente no era una casualidad y que aquí realmente me sentía como en casa. Al enfrentar la llamada de Dios se experimenta cierto temor al sentir que no eres digna… ¿Cómo podremos con todas nuestras limitaciones, nuestra debilidades, nuestras infidelidades, estar a la altura de la llamada y jugarnos por entero? Este ‘santo temor de Dios’, en quien se reconoce criatura frente al Autor de la vida, este sentirse pequeña, es el sentir que conoció la Virgen María y es precisamente a partir de esta humildad que sentimos la necesidad de pedir ayuda al Señor, como un niño que pide auxilio al padre. En los últimos años también me he dado cuenta de que el Señor no nos llama a hacer o no hacer algo, sino al ‘dejar hacer’, adhiriendo en todo a su voluntad, tal como lo intentó santa Teresa de Calcuta cuando se definía a sí misma como un simple lápiz en las manos del artista Divino. Es Él quien actúa a través de nosotros».
Al preguntarle cómo expuso a su familia, amigos y conocidos esta decisión por ingresar a las Benedictinas, Sor María Fides recuerda que les habló de su “confianza” en Jesús, pues para ella la llamada del Señor era recibir un tesoro por el que valía la pena dejarlo todo, “una perla”inigualable. «Estamos acostumbrados a planificar, organizar y queremos tener todo bajo control, sin embargo el Señor nos pide seguirlo toda nuestra vida sin chaleco salvavidas o paracaídas. El mundo nos ofrece tanto: carrera, el éxito, la riqueza, el logro, la autoafirmación, y esto es ciertamente muy atractivo. En contraste el llamado de Dios va en la dirección opuesta; pero Él, que nos eligió desde el vientre materno, nos invita y nos tranquiliza diciendo: «¡No temas!» Y su fidelidad dura por siempre».
Para Nicoletta la oferta del mundo no era suficiente y tampoco el amar a Dios uniéndose en matrimonio a un hombre, desplegando el don de la maternidad para así consolidar una familia. Ella descubrió en la figura de la Santísima Virgen María, manifiesta en Medjugorje, la voz de Dios llamándola a ser la Hermana María Fides (Fe) y en consecuencia, dice, optó por abrazar “la cruz para amar sin ver, fijando la mirada exclusivamente en Dios, invisible y presente”.
Ya al finalizar este diálogo y como última reflexión ella recomienda a todos los creyentes cultivar la“vida interior y de silencio. Me parece importante recordar la oración y el rezo del rosario especialmente en la familia. Nada une más que rezar juntos, y esto también puede ser una valiosa ayuda para contrarrestar la alienación también debido al uso de teléfonos móviles cada vez más frecuentes, que se mantienen siempre a mano, incluso en la mesa. Nuestra tecnología permite hoy noticias en tiempo real… es fácil tomar conciencia de lo que sucede en el extremo opuesto del globo, sin embargo, paradójicamente, es cada vez más difícil establecer un diálogo real con el vecino, incluso entre miembros de la misma familia… Mi esperanza es que no tengan miedo de decir sí a Jesús, y decirlo con las hermosas palabras de San Juan Pablo II: «¡No temas abrir de par en par las puertas a Cristo!»”.
Fuente: Camino Catolico.