Yo no quería… fue mi debilidad

Catequesis

Hace poco, en un corrillo de amiguetes comentaban las cosas que estaban luchando por lograr. Parecían sencillas. Una persona decía: levantarse más temprano; otra decía cocinar más sano, otra, que se estaba proponiendo ver menos series por el portátil, otra, no quejarse cada vez que le molesta algo, y así podríamos seguir.

Todo empezó porque veían que uno del grupo se había tomado en serio con no faltar a las clases de la universidad. Pedro, que se llama el chaval, desde que comenzó el cuatrimestre no se fabrica “sus propios puentes” saltándose las clases del viernes. También visita más la biblioteca que la cafetería. Lo ven cambiado y de hecho se le ve más contento que nunca. Ahora lo llaman empollón, y no es eso. Este chico les decía: ¡No os penséis, que también me cuesta, eh! Lo que pasa que me mentalizo de que me va a costar, pienso en cómo me ha ido antes cuando hacía lo que me apetecía sin más. Entonces me respondo a mí mismo: ¡pues mal!, porque la alegría esa que te da “ir a tu rollo” dura muy poco tiempo, el remordimiento mucho.

No hago lo que quiero sino lo que aborrezco […] Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado.

Entonces… ¿Qué nos pasa cuando vemos claro que el Señor nos pide algo y dudamos tanto en hacerlo o no lo hacemos? Dice el apóstol San Pablo:

 

Y más adelante sigue:

[…] Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores?

 

Nos damos cuenta de que se trata de generosidad, de escoger lo mejor, con el sentido de hacernos fuertes, no simplemente de no pecar. Y por eso preguntarnos, ¿qué soy capaz de hacer por el Señor?

Piensa, ora y actúa, en este orden. En el Padrenuestro tenemos concentrado lo que necesitamos pedir para ser fuertes. Cuando pensemos en los sufrimientos del Señor, recordemos que nuestra voluntad unida a la ayuda de Jesús que muere por ti y por mí puede con todo.

Laura Ponce