Conozco a un amigo que hace poco descubrió que era anti-democrático. Como cualquier otro lunes, mientras salía de clase, una compañera de la universidad se le acercó, le señaló la cruz que llevaba colgada en el cuello y le dijo: “Llevas un símbolo de opresión y anticuado. Esto es del pasado, cuando no había libertad”. Atónito, la sorprendente declaración lo dejo mudo por un instante, y casi sin estímulo de respuesta, la vio desaparecer del aula. En esa ocasión, la realidad superó la ficción, y mi amigo sintió que esa libertad de la que hablaba su compañera y su cruz vivían en dos mundos completamente diferentes.
Vivimos en una sociedad que tolera absolutamente todo, que permite a todos sus miembros marcarse unas metas y poder luchar por ellas. Los titulares de los periódicos, las manifestaciones por las calles y nuestro propio día a día corroboran que ser democrático es explotar al máximo las oportunidades que nos brinda la vida para descubrir quiénes somos y qué podemos hacer. Si realmente la democracia es la tolerancia jamás vista en la Historia, ¿por qué no puedes llevar una cruz colgada en el cuello a la universidad? ¿Por qué hablar de Cristo es tabú? ¿Ser cristiano es acaso no ser democrático?
Democracia no solo consiste en entender que somos libres y que todo es posible porque tenemos derecho a convertir lo imposible en algo real, sino que supone escuchar a todo el mundo, entender lo que piensan y respetar sus opiniones. Ser democrático es contribuir a que la sociedad entienda que somos únicos, que hemos de ser revolucionarios a favor de las personas… ¿Y qué mayor revolución que aquella que comenzó hace más de dos mil años con un “Amaos los unos a los otros”? Un cristiano es alguien que escucha a todos, que ha de moverse por y para el compañero de clase, la profesora, los vecinos, el panadero, el raro y la popular… Jesús escuchó a todos, incluso a quienes no pensaban como Él, se juntó con publicanos, prostitutas y comió con pecadores, y eso sí es democracia: querer a todos, escucharles sean quienes sean, piensen lo que piensen. Él sí que fue democrático, y nosotros también podemos serlo en medio de este mundo que pretende callar y sentenciar esa Cruz que no solo no vive alejada de esta sociedad, sino que la fundamenta, porque fue por ella cuando descubrimos lo que realmente significa ser libres.