La semana pasada hablábamos de Amoris Laetitia y sus partes más polémicas, sobre todo de los divorciados vueltos a casar y la comunión. Esta semana seguimos con la famosa encíclica del Papa.
Parece que nos hemos quedado con la parte mala del amor en lo que tiene que ver con Amoris Laetitia: el divorcio, volver a casarse, sufrimientos… ¡Pero no todo es eso! Quizás hayas leído el título y hayas pensado: wow, ¡ojalá! Justo eso leía el día de san Valentín (hace menos de una semana) en un panfleto de una asociación que defendía un tipo de amor diferente: un amor sin sacrificio. Yo pensaba: ¿de veras existirá eso? Mi experiencia me dice que no, pero, oye, igual yo he sido muy desafortunada y me ha tocado sacrificarme más de la cuenta -pensaba-.
Luego pensaba en qué era para mí el sacrificio y qué frutos había conseguido con él: darme hasta el extremo para amar sin medida (o intentarlo) a mi pareja -en este caso a la otra persona porque amamos del amor de pareja, pero podemos extender el amar sin medida al prójimo en general-. Eso siempre me había dado frutos positivos, la verdad es que darse es la sensación más satisfactoria que existe, sacrificarse por alguien y verlo feliz es una de las cosas más gozosas que se pueden experimentar.
Eché mano de las palabras del Papa para ver qué decía él sobre esto y me topé con eso:
106. Cuando hemos sido ofendidos o desilusionados, el perdón es posible y deseable, pero nadie dice que sea fácil. La verdad es que «la comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de sacrificio.
214. El honor de la palabra dada, la fidelidad a la promesa, no se pueden comprar ni vender. No se pueden imponer con la fuerza, pero tampoco custodiar sin sacrificio.
231. Esa fidelidad llena de sacrificios y de gozos va como floreciendo en la edad en que todo se pone añejo y los ojos se ponen brillantes al contemplar los hijos de sus hijos.
En esas tres frases aparece la palabra sacrificio, cada una enfocada a un tema diferente: la familia, el noviazgo y los hijos. En las tres vemos cómo ese sacrificio da frutos maravillosos, pero me llamaba especialmente la atención la tercera: esa fidelidad llena de sacrificios va floreciendo (…). Me encantó ver el sacrificio como una semilla enterrada que va creciendo, como un tallo que va floreciendo… Eso es realmente el sacrificio del que muchos huyen: el camino hacia la felicidad propia pasando por la ajena, porque nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Para terminar… ¿existe el amor sin sacrificio? ¡Puedes contestarte tú mismo!