Era sábado y serían las 5 de la tarde. Temperatura óptima: 20 grados aprox., sin una nube. Un parque, todo verde, sonido de pájaros. El enclave perfecto para que él, apoyando su brazo sobre ella le dijera una vez más: ¡qué guapa estás hoy! A lo que ella volvió a contestar: ¡eres lo mejor de mi vida! Y se besaron.
Es la típica historia de dos tortolitos enamoradísimos que piensan que no sabrían vivir el uno sin el otro. Es esa etapa del noviazgo donde todo son mariposas en el estómago. Y está genial que sea así, aunque en esta etapa de la relación también es necesario seguir dando pasos además de paseos.
Y es que en el noviazgo nos lo jugamos todo. Lo que hagamos en esos meses o años será el preludio de la felicidad futura y para siempre. Por ello, hoy nos toca hablar de lo que hay que hacer a cualquier precio: conocer a la otra persona. No solo conocer sus besos y sus piropos sino también lo que se esconde realmente tras ellos y quién es realmente esa persona a la que se los dedico.
En esta época, bañada de cariño, no hay que dar nada por supuesto. Ni en positivo ni en negativo. Por ejemplo, tengo amigas a las que no les gusta que le regalen rosas. Sí, ¡no todas las chicas son iguales! También amigos a los que la camiseta de su equipo no les hace ninguna ilusión, porque son del Madrid por ser de algo. Conocer los gustos, al final, acaba siendo fácil, no os preocupéis. Pero: ¿qué cosas son las que le enfadan? ¿Con qué me la va a liar cuando nos casemos? ¿Cuáles son sus prioridades y a qué no está dispuesta a renunciar? Porque… que adore a su madre está genial, lo malo es cuando empieces a ver más a la suegra que a tu mujer.
Lo interesante de esto es que conociendo sus virtudes y defectos ya sabes a lo que te unirás los próximos años de tu vida -que ojalá y sean muchos-. Hay cosas que cambiaréis, pero otras que tendréis que asumir y, como dijimos en el post pasado, acabar amando. Pero ante todo, lo más importante es averiguarlas antes para que luego no haya desagradables sorpresas. Y ojo, no seas iluso… la otra parte va a enmascarar sus defectos porque, queramos o no… todos tenemos nuestro orgullo y amor propio. Así que: busca y rasca bien.
Además, no tengáis miedo a enfadaros en este descubrir. El noviazgo no es un “no pelearse” sino un saber rectificar, pedir perdón y perdonar. Y esto no os penséis que es tan difícil, porque cuando dos personas se quieren… sale solo. En el noviazgo es importante aprender a quererse mucho y a querer mucho los defectos del otro para, con ese amor, intentar cambiarlos. Y, cuando no se consiga, aprender a ceder convencido de que al final la mayoría de las cosas son opinables y cada uno tiene su educación, sus preferencias y, para gustos, los colores.
Y ante todo no olvides lo que dije al principio: la base de la futura felicidad matrimonial empieza en un noviazgo como este. Apasionante.