Esta es la historia de Jason, nieto de un multimillonario que este al morir le deja en herencia la mayor parte de sus bienes. Jason vive como un rey, despreocupado, frívolo, irresponsable, egoísta… Hasta aquí todo parece una película corriente, sin ningún tipo de fondo. Sin embargo, lo que no sabe es que su abuelo no le dará la herencia hasta que reciba doce regalos muy peculiares. Mes a mes durante un año.
Estos regalos parecen imperceptibles, hasta de sentido común, pero para Jason que nunca ha descubierto lo que es verdaderamente VIVIR serán una gran lección. Son regalos que le irán abriendo el corazón poco a poco, que le harán renacer y dar a su vida un sentido. Por ejemplo, el regalo del trabajo, de la amistad, de la alegría, del soñar, de la familia, de la gratitud, del amor… y a nosotros también nos abrirá los ojos porque ¡son un verdadero regalo!
Además, durante la película nos podemos preguntar ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿En qué invierto mi tiempo? ¿Por qué hago lo que hago? ¿Cuál es mi fin? Y nos daremos cuenta de que estamos hechos para mucho más y que vivimos medio dormidos, sin realmente vivir y luchar por lo que verdaderamente vale la pena.
El último regalo nos enseña que no somos imprescindibles pero sí necesarios y cómo la entrega, el servir, el salir de uno mismo ensancha el corazón, lo lleva hasta el infinito. Dándose uno se va transformando, cogiendo una nueva forma.
Esta película vale la pena verla porque refleja la sociedad en la que vivimos, medio dormida, egocéntrica, pero que de repente algo nos rompe los esquemas y hace que demos lo mejor de nosotros, que nuestra vida cambie y ya no volvamos a ser lo que un día fuimos, sino convertirnos en lo que estamos llamados a ser.