Imagino que alguna vez habréis escuchado algo así como: “yo no necesito confesarme, porque nunca ofendo a Dios” o «el pecado es un invento de los curas para asustarnos y que hagamos lo que ellos quieren». Interesante…
Hace unos días celebramos la festividad de la Inmaculada Concepción; pero, ¿sabéis lo que eso significaba? Lo que el día 8 festejamos fue el hecho de que Ella, María, haya sido la única persona en el mundo que vivió todos los instantes sin el más mínimo pecado. ¡La única, sí!: ni grandes santos como Teresa de Jesús, Francisco de Asís o el mismo san José vivieron sin cometer pecado… ¡Cuánto menos nosotros!
Para entender lo que es el pecado me gustaría poner un ejemplo. Imagina que compras una batidora y, al llegar a casa, se te ocurre la genial idea de usarla para planchar la última camisa hawaiana que has comprado en Zara. Puedes pensar que es tu batidora y que quieres hacer con ella lo que te dé la gana, que eres libre para ello… pero, seguramente, después de usarla así la camisa quede más fashion de la cuenta y te toque tirarla o usarla como trapo del polvo.
El pecado, del mismo modo, no es más que hacer un mal uso de ese manual de instrucciones con el que todos nacemos -la conciencia- que nos enseña a usar correctamente nuestro ser y libertad para que seamos felices. Cuando usamos nuestra libertad de forma errónea, cuando no atendemos a esa conciencia que, inspirada por la ley natural, los mandamientos y las enseñanzas de Jesucristo nos indica el camino correcto, estamos usando la batidora para planchar camisas, estamos tirando nuestra auténtica felicidad.
Y, en este contexto, la Confesión es el mecanismo para que soltemos esa pesada carga -comúnmente llamada pecado- que nos esclaviza, nos roba la alegría y no nos deja ser mejores. Y bueno, ¡claro que la confesión es un invento! Pero no de los curas, sino que fue el primer invento de Jesucristo resucitado que dijo a sus apóstoles: a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados (Jn 20,23).
Hoy te animo a que uses la app que abajo te presentamos, o a que lo hagas a la antigua usanza…, pero que no dejes de acercarte siempre que lo necesites al Sacramento de la Penitencia para recuperar la amistad del Amigo que nunca falla. Si estás triste, amargado, si tu vida ha perdido todo su sentido…, hoy es un gran día para que acudas al sacramento de la alegría y el perdón. Él te espera con los brazos abiertos, no lo olvides.