Has leído bien. No he puesto que «hoy comience la novena de la Inmaculada”, sino que hoy comienza «tu» –y «mi»- novena. Pretendo con esto evitar la tentación del “bueno, pues ya irá la gente”.
Pero es que no, es que además tampoco se trata de ir nueve días a un acto o lugar determinado, sino que la novena va de vivir estos días (con sus 24 horas) de una forma muy especial: centrados y empeñados en querer más a nuestra Madre con pequeñas, pero frecuentes, muestras de cariño.
Por ello, te propongo que este año concretes. No digas «cada día iré pensando una cosa para hacer» -porque si no a partir del jueves ya no harás nada-, ni tampoco seas rígido y hagas una lista de meticulosos detalles…, porque lo artificial al final también fracasa. Me dirás: ¡pues vaya lío!, ¿concreto o no concreto? El consejo es claro: sé natural y vive del amor. ¿Tú haces una lista de lo que cada día vas a hablar con tu novio? O tal vez, ¿fijas un detalle forzado para cada jornada? Suena raro…, ¿verdad? Pues ¡ea!: concreta únicamente el propósito de que durante esta novena quieres enamorarte más de María. Y repítelo hasta que te lo creas, ya verás que el resto te sale solo.
Por ello, más que una lista o la mera improvisación, te invito a que este año marques trucos que te hagan tenerla presente y, a partir de ellos, que seas natural. Por ejemplo, puedes poner una flor a la imagen que tengas en tu dormitorio para que al verla recuerdes que estás inmerso en esta novena. Pon la alarma a las 12, no para rezar el Ángelus, sino para que te recuerde que ese día deseas saborear las palabras del Arcángel mientras las repites. ¿Cómo se conoce mejor a alguien? Sabiendo sobre él… ¡pues lee algo sobre Ella! En tu oración personal medita sobre lo que estaría pasando en cada uno de los misterios del Rosario. Juan Pablo II, al comienzo de cada folio, escribía en pequeñito una palabra del Avemaría a modo de numeración. Mete en el libro que más uses una estampa suya ¡como si fuera la foto de tu novia!, y cuando estudies ponla en la mesa para recordarla y presumir de ella. ¡Que no te de vergüenza! A lo mejor te ayuda a tener esta presencia el rezar cada misterio del Rosario a lo largo del día en vez de «del tirón». Pero recuerda: lo importante no es que cumplas una cosa cada día, sino que todo el día acabe oliendo a María.
Y ante todo, no hagas cosas por el mero hacer. No caigas en el cumpli-miento en el que tantas veces nos vemos sumidos. Las “equis” del examen de conciencia que sean “X” de amor y no de pura actividad. Haz lo que el corazón te pida, porque ese corazón te pide estar enamorado de Ella y, por Ella, de Él. Busca en María a tu madre, a la madre más buena del universo, a la madre que nos mira llena de amor, a la mujer sensible que añora un pequeño gesto o palabra de cariño. Que lo distinto de esta novena sea que quieras de verdad estar un poco más enamorado de la Virgen.