Como bien sabemos, actualmente, tanto las nuevas tecnologías como las nuevas formas de comunicación «causan sensación» en nuestra sociedad. Podemos observar como redes sociales tales como Instagram, Facebook, Snapchat, Twitter… adquieren una creciente importancia en nuestra vida diaria. Pero… ¿Y Cristo?
Ahora te pregunto; ¿Por qué, cada minuto y medio puedes mandarle a esa amiga tuya cinco, seis, siete fotos, te cuesta no mencionarla en ese «súper algo» que acabas de ver, pero eres incapaz de dedicarle dos minutos al día a algo, a ese alguien, que de verdad merece la pena?
Es tan triste que nuestra vida gire en torno a la cantidad de «coments» que tenemos en cada foto, en torno al mensaje de Whatsapp que me acaban de mandar y tengo que contestar al segundo -3… ¿Qué nos falta?
La respuesta no es complicada, nos falta sed, sed de Jesús, sí, de ese carpintero de Nazaret, ese que crucificaron, ese que dio su vida por ti. Sí, ese es el que hace falta.
Sin embargo, es más cómodo seguir la corriente. Prefiero ser uno más. Mezclarme. Que no se fijen. ¿Y si hablan de mi? ¿Y si no encajo? Pero; ¡Que incoherencia! ¿Ser cristiano, supone ser uno más?
El título escogido, supone un cambio drástico a esta visión del mundo tan limitada que nos ofrecen las redes sociales. Es verdad, nadie niega que estas nuevas tecnologías nos permiten abarcar mucha más información, nos permiten comunicarnos con cualquier parte del mundo, pero; te vuelvo a preguntar: ¿Esas redes sociales son las que hacen posible las cenas en familia, las conversaciones entre hermanos, la relación entre marido y mujer?
No ¿verdad? Deduzco que has conseguido sacar tus propias conclusiones. Por tanto; dejemos de lado tanta superficialidad. El mundo cada vez está peor, y no es por culpa tuya… ¿O sí? No me vale que seas un espectador que se queda indiferente a todo lo que ocurre a tu alrededor; poner en práctica el «mientras no me afecte…»
El Papa Francisco nos lo deja bien claro:
El cristiano… «no se conforma con una vida mediocre, sino que tiene un deseo ardiente de ser testigo y de llegar a los otros; le gusta el riesgo y sale, no forzado por caminos ya trazados, sino abierto y fiel a las rutas trazadas por el Espíritu»(Papa Francisco, Cracovia 2016).
Ignacio Ozores Puig