¿No os ha pasado alguna vez eso de que os digan: “¿Eres muy religioso?», en plan… ¿vas cada domingo a Misa?, como si eso bastara para identificarnos como católicos, como muy religiosos.
Es una pregunta que realmente no sé muy bien cómo tomármela: si reírme, si preocuparme… porque ¿ir cada domingo a Misa nos convierte en cristianos? En ¿muy religiosos? ¿Se considera ser católico el dedicar una hora a la semana a un Dios que nos regala, nos dedica y nos ama las 24 h., los 7 días de la semana? De hecho, muchos cristianos nos conformamos con eso, con decir “sí, sí, yo creo en Dios, tanto que voy cada domingo a Misa” y punto; a partir de aquí… todo vale. Pues no sé cómo decir que… ni los que nos llamamos católicos nos hemos entendido de casi nada.
Ser “muy católico” significa “ser muy de Cristo”, muy mucho; no ir cada domingo a Misa (que está muy bien y hay que ir). Entonces, si ser católico es ser otro Cristo, seguirLe, ya no se va a Misa los domingos porque hay que ir, por rutina, por mis padres, sino que ya es cuestión de supervivencia cristiana. A los católicos los domingos se nos tendrían que quedar cortos, tendríamos que desear más, desearLe más, estar más con Él, y ¿¡qué mejor forma de estar con el Señor que vivir la Misa!?
La cuestión está en que el Señor no nos espera y se entrega solo los domingos, sino que está continua, eterna y permanentemente a nuestro lado, siempre, siempre, siempre. No solo cuando nos apetece, no solo cuando lo necesitamos, no solo cuando lo siento, no solo cuando tengo tiempo o cuando no tengo nada que hacer. Para Él siempre hay que tener tiempo porque el Señor se lo merece todo, porque ese todo y más es lo que ha dado Él por cada uno de nosotros.
Si los que nos llamamos católicos (un 70% de la población), realmente entendiéramos lo que es y lo que implica ser católico, tendría que haber overbooking en Misa, y no solo los domingos, sino ¡cada día! Porque ¿cómo se puede entender que el Señor esté muriendo cada día por nosotros, literalmente, y participen de la Misa diaria los ancianos (claro porque las abuelas siempre son muy religiosas) y pocos más? ¿Dónde estamos todos los que nos llamamos católicos entonces? A no no, el Señor solo nos pide que vayamos “obligatoriamente” los domingos, el resto de la semana no hace falta, no es obligatorio. ¿Por qué? San Juan Pablo II decía que los que no dedican tiempo al Señor no es por falta de tiempo, sino más bien por falta de amor. A los católicos no nos falta tiempo, nos falta amor por Él.
En definitiva, nuestro Dios no es un Dios de domingos, sino que es un Dios de cada día, de cada segundo, de cada situación, un Dios dedicado completamente a los hombres. ¡Qué REGALAZO! Y yo, ¿qué le dedico a Dios?