Quien no haya leído u oído hablar del Despertar de la señorita Prim es el momento de hacerlo. No conozco a nadie que después de haberlo leído se haya quedado indiferente. Pero… ¿por qué? Ahora, una vez terminado, lo entiendo.
No tiene un gran hilo argumental, no lo calificaría como un libro de acción, ni de drama, ni tan siquiera romántico, es nada más y nada menos un libro sobre la belleza. Pero no cualquier tipo de belleza, sino aquella que solo es perceptible en las cosas pequeñas. Hace de lo ordinario algo extraordinario. Es un libro de detalles que te obliga a leer entre líneas, a no fijarte en lo obvio o lo más visible. Para entenderlo hay que dejarse sorprender. Esto es esencial.
Sin embargo, el libro no se queda aquí, sino que va más allá. Para algunos será un libro irritante porque no sigue la lógica del mundo, de hecho se opone totalmente a ella: «sus habitantes han decidido declarar la guerra a las influencias del mundo moderno«. Y eso es lo que más atrae. Te obliga a dejar atrás la lógica del mundo para entrar en otra dimensión y volver a plantear temas «ya cerrados» o «inplanteables» hoy en día, cuestiones desde otra óptica de la que nos vende el mundo.
Es una novela de un viaje, un despertar, un segundo nacimiento. Lo que la señorita Prim vive y descubre en este pueblo hace que vuelva a hacerse preguntas, consigue realmente resituarse en la línea de salida. Pero lo mejor de todo, es que la narración no queda ajena a sus lectores, sino más bien lo contrario. La protagonista podemos ser tú, yo y todo el que la lea. Nos podemos sentir identificados con las dudas de la señorita Prim, podemos tener los mismos prejuicios, ser igual de escépticos, pero a medida que ella va despertando nosotros también.
Un NOVELÓN de principio a fin que deja muchas puertas entreabiertas para que esto no termine, sino más bien que solo haga más que comenzar.