Despues de 18 dias de intenso viaje, visitando diferentes lugares, lo primero que hice al llegar a casa fue valorar todo lo que tiengo, por pequeño que sea, ¡cómo un simple vaso de agua con hielos! Después de algunas fatiguillas que hemos pasado, hasta eso lo agradecía especialmente.
Este camino de peregrinacion me ha enseñado muchas cosas, pero creo que una de las más importantes la aprendí en Lourdes. Allí vi la importancia de rezar el rosario cada día junto a María. La segunda la aprendí durante los días en Polonia: la fuerza y la importancia de la Oración!!
Al llegar a Polonia y ver a tantos jovenes de otros lugares del mundo que no solo venían a ver al Santo Padre, sino que venían a encontrarse con Cristo! A veces, cuando el camino se hacía duro, el calor, muchos kilometros por delante, no había duchas, dormíamos pocas horas, muchos días en el suelo con un saco, muchas horas en el bus… o un sin fin de cosas, y veías a todo el mundo feliz, cantando, rezando, y siguiendo pa’ lantee!!!! Y es alucinante la manera como te despertabas cada mañana sin pensar en todas esas cosas, superandote internamente para no hacer ninguna queja, pensando «mi cansancio, que a otros descanse», para trasmitir alegria desde el minuto uno!!
En fin. Esta JMJ ha renovado mi fe y me ha enseñado muchas cosas, entre otras a amar, comprender y perdonar a los demas. A cuidar nuevas amistades y a los que siempre estan. Y por supuesto, a ponerse un par de zapatillas y salir de nuestra zona confort y llevar al mundo la alegría. Con todo ello, vamos a no ser unos jubilados de 20 años!!!
Teresa Vidal-Ostos