En octubre GivenFaith organizó, con la colaboración de varios amigos y la capellanía de la Universidad de Navarra, un Rosario Internacional por los cristianos perseguidos. Fue un gran evento, salió genial y se consiguió el objetivo perseguido: rezar y hacer rezar para concienciar a la gente de los problemas que tienen estos hermanos nuestros en la fe. Además, sé de primera mano que muchos de los que allí estuvimos, desde ese día, rezamos a diario por ellos.
Como siempre pasa, también hubo gente a la que este plan no gustó y meses después siguió quejándose. Cuando menos te lo esperabas, ¡zasca!, le soltaba a cualquiera la pullita. La verdad, es desagradable ver que algo bueno no es aceptado a veces incluso por gente buena, simplemente por su mentalidad.
Sin embargo, ayer un amigo bastante top con el que me reuní me hizo ver que las críticas destructivas deben importarnos un pimiento, vengan de quien vengan. «Si yo hiciera caso de todo lo que dicen de mí o de las quejas por lo que hago… jamás habría hecho nada». ¡Cuánta razón!, pensé. Haciendo memoria… el tema del Rosario es sólo un ejemplito de tantos otros que podría contaros de todos estos años en los que no he dejado de inventar.
Visto en perspectiva, os digo que merece la pena «mojarse». Si la iniciativa es buena, apostólica y pensada por y para los demás, hay que hacerla, caiga quien caiga, guste a quien guste. Hace unos años cursé un MBA y aprendí que muchas buenas ideas se pudren en los cajones de los despachos porque del excesivo análisis se llega a la parálisis, y en otras porque nadie tiene la valentía, sacrificio, interés y entusiasmo de llevarlas a cabo.
El Papa nos pidió en la JMJ de Río que hiciéramos lío. El lío no gusta en nuestra acomodada sociedad porque presupone activismo, dar la cara, abandonar el sofá e impulsar los proyectos que uno desea, no sólo los que otros pretendan que hagamos. Y hay que hacerlo, porque si no somos nosotros -los cristianos convencidos de nuestra fe-, los que queremos cambiar el mundo con el Evangelio… ¿Quién lo va a hacer? Hacer lío conlleva complicarse la vida, recibir críticas -la envidia muchas veces está detrás-, ponerse en la picota e incluso, a veces, que no nos dejen levantar cabeza… Pero, insisto, merece la pena. «Bienaventurados los perseguidos por mi causa», nos dijo el Maestro.
El mundo nos necesita. El Señor espera mucho de nosotros así que, sigamos con la ilusión de hacer cosas, ¡cuanto más grandes mejor! Y sobre todo, como Will Smith dice a su hijo en En Busca de la Felicidad: ¡qué nadie te diga que no puedes hacer algo!
«Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo. ¿Vale? Si tienes un sueño tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo te dirán que tú tampoco puedes. Si quieres algo, ve por ello. Y punto».