Buscando, me he dado cuenta de que tengo tres vocaciones. Es raro, yo siempre he entendido que cada persona debe elegir un camino para ser santo, y que eso es la vocación. Ahora bien, aunque en parte sí, no somos únicamente lo que queremos ser. Por ejemplo, somos personas sin haber querido serlo…
Esta es la primera vocación, y como personas que somos consiste en ser buenas personas. Nuestra vocación como ser humano, en su dimensión más natural, ya la tenemos asimilada. Como animales que somos tenemos que comer, dormir y hacer otras cosas para sobrevivir (puesto que el fin natural es la supervivencia).
Pero también, como personas, estamos llamados a vivir en familia y en sociedad. En este sentido, también tenemos que abrirnos a los demás, ser generosos y amar a los que nos rodean. Asimismo, tenemos muchas facultades que debemos desarrollar. Tener virtudes no ha de ser un motivo para vanagloriarnos sino que es una responsabilidad. Esto exige esfuerzo, pero solamente realizando nuestro fin podemos ser felices.
La segunda vocación es por el hecho de ser cristianos. Muy pocas veces nos paramos a pensar en la importancia del Bautismo. De hecho, todo cristiano está llamado a vivir la vida de Cristo, a configurarse con Él. Esto es muy grande pero cuesta de asimilar y de comprender. Por ello, una inquietud constante en un cristiano ha de ser conocer más a Jesús, leyendo los Evangelios, rezando, preguntando a un sacerdote…
Esto es muy importante, porque quizá por lo general sólo tenemos en mente la tercera vocación (que es lo que comúnmente entendemos cuando sale el tema). Pero la mayoría de las veces la vocación no consiste tanto en averiguar qué queremos ser, sino en ser mejores en lo que ya somos.
Así que, si aún no has encontrado a la chica o chico de tu vida, no sabes a qué profesión dedicarte, o si quieres ser sacerdote, religiosa o religioso… procura centrarte en vivir más plenamente lo que eres, y entonces sabrás más plenamente lo que quieres ser.