Últimamente, para que os voy a engañar, he escuchado «demasiado» que si la situación de la Iglesia es pésima, que si pederastia, que si abusos, que si contabilidades b, que si los niños sólo hacen la comunión por los regalos, que si, que si, que si… ¡hasta aquí hemos llegado!
Todos sabemos como estamos, así que vamos a dar de una vez por todas el «gran paso», y con él vamos a darnos prisa en nuestra tarea de evangelizar al mundo. Pero el mundo… es muy grande ¿no? Pues sí, pero tú y yo, podemos hacer que sea más pequeño.
Es un tópico la respuesta ante esta tarea: sí, si yo hablo de vez en cuando de Dios a mis amigos, intento dar un buen testimonio y voy a misa. Sin embargo, al final eso queda en nada…
Pues te equivocas. Tal vez sea nada para nosotros, pero ¿para Dios? Para Él lo es todo, absolutamente todo. Porque lo hacemos nosotros, sus hijos, y nos ama de una forma demasiado infinita como para no conmoverse con nuestras acciones.
Así que cuando nos vengan las tentaciones al respecto de nuestra evangelización, acuérdate de este post y no caigas en la mini depresión de que no vale de nada tu granito de arena. Si al desierto le faltará un granito… ¿no sería más pequeño?
Igual a Dios. Si tú (porque eres libre de hacer lo que te dé la real gana) abandonas el lanzarte a hacer un poco de evangelización/apostolado, por pequeño que sea su fruto, ¡se lo quitas a Dios mismo! Porque los buenos frutos que dé, no son nuestros, sino de su Gloria.
Nosotros decimos que sí a Dios, y cambiamos el mundo con nuestro apostolado, ¿y tú, qué le dirás?