Normalmente, cuando una chica va a ponerse una falda, piensa lo que más le gusta o cómo complacer a su alrededor. En estos casos, podemos creer que cuanto más corta sea mi falda, más le voy a gustar a ese chico con el que sueño, o a ese grupo de amigos con los que salgo.
La cuestión es que ante cualquier cosa que te pongas, es bueno pensar si podrías ir con ella a cualquier sitio…, porque tal como vistas expresaras a los demás lo que tú te valoras y lo que te respetas. Puede que a los chicos les guste más una falda corta, y cuanto más mejor, pero a veces corres el peligro de que a ese chico que te gusta no te vea como realmente eres, sino como un objeto.
Aquí aparece el tema tan apasionante del pudor y el respeto a uno mismo. ¿Es tan grave ponerme cualquier prenda, sea la que sea? A lo mejor tan grave no es, pero sí va a decir mucho de ti misma, de cómo tú te ves, de cómo es tu personalidad, cómo respetas también a los demás, y eso es el pudor: es proteger tu intimidad y mostrársela a quien tú quieras, y cuando tú quieras.
El día de mañana, el hombre que esté a tu lado se fijará en tu físico (eso es inevitable) pero, no nos engañemos, a su lado querrá tener una mujer que en un futuro sea la madre de sus hijos y, os aseguro, que la elegancia, el buen gusto, el arreglo personal… son los valores de una autentica belleza.
Así que chicas, no nos engañemos y tampoco seamos esclavas de las modas. No nos consideremos raras por vestir de otra manera y llevar una falda menos corta. Al revés, si todas van igual seamos nosotras las originales, y las que marquemos moda.
La libertad de elegir lo que en cada momento hacemos es uno de los dones más preciados que Dios nos ha dado. Y a Él le gustas de cualquier manera: como te vistes, como te peinas, como te maquillas, como te perfumas.., y si ese don lo utilizas bien a la hora de elegir lo que tú te pones, estoy segura que una gran sonrisa aparecerá en su rostro y entonces experimentaras las Caricias de nuestro Señor, sobre todo en esa persona que amas, porque te querrá por lo que tú eres y no por lo que tu apariencia física vende.
Colaboración de María de los Ángeles Gallego