Hoy me gustaría poner un ejemplo práctico y centrarme en la persona que más ha cambiado el mundo de todas a cuantas conocemos para que aprendamos y nos fijemos en ella. Es la mujer gracias a la cual hubo un antes y un después en la historia de la humanidad. Es la chica que dio el SI más generoso a Dios de todas cuantas conocemos. La que siempre cumplió Su Voluntad sin reparos, sin demoras, sin dudas. Hoy quiero contar algunas anécdotas de la Virgen en el día de Su cumpleaños.
María era una chica sencilla, de un pueblecito pequeño, humilde. La imagino como una chica guapa, que viviría con sus padres en una casa pequeñita. Posiblemente se dedicaba a las tareas del hogar y se divertiría con las chicas de su edad jugando a los juegos de la época. Dios ha culminado en Ella toda la creación, para llevar a cabo la obra más grande de todos los tiempos: ser la Madre del Señor. Este primer punto nos puede ayudar a considerar que para cambiar el mundo contamos con la ayuda y gracia de Dios, nos basta dejarnos hacer y poner toda nuestra voluntad en cambiar el mundo, haciendo la voluntad de Dios, en ambientes normales. ¡Mirad que fue la persona más humilde del mundo quién llevó a cabo el mayor cambio conocido!
Para ello, Nuestra Madre dio un SI generoso a Dios, sin reservas, sin dudas. La Virgen, una chica que había consagrado su virginidad a Dios, no dudó ni un instante en renunciar a sus planes o a la «comoda» vida que podía haber llevado para ser la Madre del Señor. ¡Aún sin estar casada iba a ser madre! En aquel tiempo ello acarreaba le ser lapidada hasta la muerte… pero eso a Ella no le preocupó. Pensemos ahora que nada ni nadie puede con nosotros cuando cada uno lucha por cumplir la Voluntad de Dios. Como a la Virgen, a nosotros cambiar el mundo nos requerirá esfuerzo, a veces el tener que cambiar nuestro planes previstos, mucho complicarnos la vida y posiblemente algunas críticas a nuestro alrededor pero, igual que a Ella, el Señor siempre estará ahí para ayudarnos.
Por último, traigo a colación el milagro de las bodas de Caná, cuando faltando vino la Virgen pidió a Jesús que hiciera su primer milagro y Éste le contestó que aún no había llegado su hora. ¡Qué fuerza tiene una madre para cambiarle los planes hasta al mismo Dios! Pues por este motivo, hoy vamos a dejar todos nuestros proyectos e inquietudes en sus manos, para que igual que Ella lo hizo, interceda ante su Hijo y nos impulse a cambiar nuestro alrededor confiando plenamente en el Señor y en sus tiempos… que para nada tienen por qué coincidir con los nuestros.
Madre Santísima, ruega por nosotros, ¡ruega por el mundo!