Jesús vino a pagar los platos rotos, los tuyos y los míos, porque nuestro pecado nos corrompe… mentimos, hacemos daño a quienes queremos, no nos ayudamos, etc. En numerosas ocasiones nos dejamos vencer por la tentación.
Cada vez que ésta venga a tu cabeza, piensa que Jesús tomó todos tus pecados y los de la humanidad, subió a la cruz con ellos y nos dio la posibilidad de poder vencerlo. Porque nunca habrá una tentación que no puedas superar. ¡Gracias Jesús por pagar mis/nuestros platos rotos!