No hace ni una semana que regresé de Medjugorje. Estando allí, uno de los primeros días visitamos la Comunidad del Cenáculo. Es un sitio fundado por una religiosa donde drogradictos, alcoholicos y gente de muy mala vida se curan de sus vicios solamente a base de oración, trabajo y amistad. Nos explicaron que la clave de todo ello recaía en la figura del «ángel de la guarda». Éste, era una persona que ya había conseguido recuperarse y que pasaba las 24h del día junto al «enfermo» que le asignaban. Le seguía hasta al baño y estaba pendiente de él para que no cayera y si caía, para ayudarle a levantarse.
Para nosotros la lucha diaria, ya sea en el plano cristiano o ascético, tampoco resulta fácil y es por ello que también necesitamos de alguien a nuestro lado que nos guíe, que nos ayude, que nos anime y que nos exija ya que por lo general tendemos a ser demasiado buenos con nosotros mismos, nos gusta demasiado justificarnos y, en la mayoría de los casos, ni nos damos cuenta de nuestros defectos. De otra forma, los buenos propositos que a diario vamos sacando en la oración, de la lectura espiritual, de lo que en esta web leemos o de las actividades extraordinarias a las que asistimos como pueden ser Medjugorje, una JMJ, un curso de retiro, una convivencia… al final acaban por quedar en buenos propósitos y nada más, absorbidos por la realidad del día a día, por las mentiras del diablo o porque la carne que es débil tira para abajo.
Esta entrada de hoy es para ti, es para mi, es para todos. Es para todos porque todos necesitamos de un guía, de un director espiritual, de un amigo que nos lleve de la mano como en el Cenáculo llevaban a los chicos con problemas. Elige al que quieras: un sacerdote, un religioso, un laico… alguien con quien congenies pero sobre todo alguien formado que te pueda llevar por el buen camino y exigir. Déjate ayudar y sal de ese círculo que sólo te lleva a tener buenos propósitos que duran pocos días. Ponte a ello, te aseguro que tu «ángel de la guarda» está más cerca de lo que tú crees.