«En principio nosotros nos quedaríamos. Mientras haya cristianos. Nosotros estamos aquí por ellos y queremos estar con ellos hasta el fin. Pero nadie sabe que va a pasar. Puede ser que pase lo peor, puede ser que no. Pero el principio es quedarnos con ellos, con el pueblo al que elegimos servir», afirmó el sacerdote originario de Mendoza (Argentina).
Durante la entrevista difundida este 12 de agosto, el sacerdote señaló que los yihadistas del Estado Islámico odian el cristianismo y por eso lo primero que hacen al conquistar una ciudad «es destrozar las cruces por el gran odio que tiene a la cruz. Pero, por lo general, el ISIS odia a todos lo que no son ellos. Frente a los que no aceptan lo que ellos dicen, la solución es la espada. Ya sean cristianos, yazidíes o chiítas. Los cristianos son los que sufren más porque, al ser una minoría, no tienen protección de nadie».
En ese sentido, explicó que desde 2003 –cuando Estados Unidos intervino para derrocar a Sadam Hussein-, «se han ido de un millón y medio a 400.000 cristianos. Y con este tipo de acciones, se acentúa el éxodo».
«Como párroco en la catedral, yo debo firmar los certificados de bautismo que necesitan para la visa y hay más gente que está viniendo ahora. Más que antes. Mucha gente lo hace simplemente para estar preparados, por si fuera a pasar algo más grave. No porque se quieran ir. Pero lo están pensando», afirmó.
El P. Montes señaló que el objetivo del Estado Islámico «es exterminar a sus adversarios y lo hacen en un modo de limpieza étnica o limpieza religiosa», lo que puede convertirse en un genocidio, pues en los últimos días han huido de sus casas unos 250.000 cristianos.
«Hay niños muriéndose en el camino por el sol, hay 50 grados. Hay gente que no tiene para comer, que se está enfermando. No se sabe qué va a pasar, si van a poder abrir las escuelas. La situación es absolutamente terrible. Estamos hablando de cientos de miles de personas. Y ni hablar de las marcas que quedaran para el futuro para esas personas. Marcas físicas para los que han sido heridos, marcas psicológicas para la gran mayoría».
Los del Estado Islámico, relató, «raptan familias enteras, matan a los hombres, esclavizan a las mujeres, venden a los niños, eliminan a los adversarios, toman represalias desproporcionadas contra todos los que combaten contra ellos. Esas atrocidades son verdades. Después, otros detalles en concretos, yo no los conozco. Pero hay datos son ciertos: ellos queman todo lo que es cultura antigua, desacralizan las iglesias, las transforman en mezquitas, y está comprobado».
En el caso de Mosul, se ha cortado «una iglesia con una tradición cristiana antiquísima, de al menos 1600 años». «La han cortado a la fuerza. Es una catástrofe a todo nivel. Están destruyendo la convivencia que hubo acá durante muchos años produciendo más odios, más resentimientos, más desconfianza. ¿Cuándo se va a solucionar eso?», preguntó.
«No hay perdón entre los musulmanes. Para esta otra gente hacerle mal al que le ha hecho mal, no sólo está permitido sino que es una obligación. Ojo por ojo, diente por diente. Ellos tienen que devolver el mal. El perdón para ellos es un defecto. Por eso, el problema que hay en Tierra Santa: judíos ni musulmanes desconocen en el perdón».
En ese sentido, recordó que «el gran rabino de Roma, que se convirtió al cristianismo en la segunda guerra mundial, decía que el perdón para un judío es una falta contra la justicia. Si aplica ese proceso a esas ciudades, ellos están obligados a hacer algo malo. Cuando usted saca a los cristianos, que afirman que el perdón es algo positivo, usted está trayendo un daño inmenso a esa sociedad».
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