Un hijo es una criatura y un don de Dios que llega al mundo por medio del amor de sus padres.
El verdadero amor no quiere que una pareja se cierre en sí misma. El amor se abre al hijo. Un hijo que ha sido engendrado y ha venido al mundo, no ha sido «hecho» y tampoco es la suma de sus genes paternos y maternos. Es una criatura de Dios totalmente nueva y única, dotada de su propia alma. Por tanto, el niño no pertenece a sus padres y no es su propiedad.