El Corazón de Jesús, ¿una devoción “de abuela”?
La Iglesia dedica el mes de junio al Corazón de Jesús. Siempre me ha parecido una devoción muy “de abuela”, y digo de abuela porque en la inmensa mayoría de las casas de gente mayor que he visitado hay una imagen del Corazón de Jesús. Mi perspectiva cambió el día que alguien me dijo Jesús tiene corazón; puede que sea una afirmación muy sencilla, muy fácil de entender —Jesús-tiene corazón—, pero a mí me descolocó por completo.
Me paré a pensarlo y llegué a la conclusión de que exactamente, lo que me habían dicho era verdad, Jesús tenía corazón, un corazón como el tuyo y como el mío.
Ese corazón, como el tuyo y como el mío, implica muchas cosas, porque, ¿qué hacemos con nuestro corazón? Exacto, amar. Y, ¿quién es el amor por antonomasia? Sí, es Dios. Jesús nos ama con un corazón de hombre, a Jesús le duelen nuestras faltas como a nosotros nos duelen las faltas de las personas que nos rodean, pero, lo más importante de todo es que nos perdona con un corazón gigantesco e incendiado en amor. Por eso lo más característico de ese amor es la misericordia, y no una misericordia por pena o por resignación, una misericordia por amor.
El papa Francisco el junio pasado nos hablaba del Corazón de Jesús así: La piedad popular valoriza mucho los símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que ha brotado la salvación para la humanidad entera.
Él es la fuente de la salvación y la fuente de tantos y tantos dones en tu vida, todos movidos por un amor infinito, tan infinito que entregó hasta su último latido para que nosotros viviésemos. No dudes en pedirle gracias, está movido por el amor y todo te lo concederá por amor. Este mes de junio es momento de repetir muchas veces: ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!
Y ahora, ¿entiendes por qué se le tiene tanta devoción al Corazón de Jesús? Es momento de que nosotros, los jóvenes, también se la tengamos, no es, en absoluto, algo “de abuela”.