Ya estamos a Miércoles Santo y como jóvenes católicos que somos deberíamos estar en una semana más que intensa en cuanto a fe y espiritualidad se refiere pero,… en realidad,
¿cómo suelen vivir los jóvenes la Semana Santa?
Como es sabido, la Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos jóvenes católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial, de vivir una semana de oración, de reflexión. De hablar cargados de sentimiento con Jesús, de acompañarlo en sus caminos, de pedirle, de agradecerle.
Sí tenemos que tener en cuenta que lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
Por tanto, sabemos que la Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios, para renacer de nosotros mismos gracias a él. En esta semana tenemos que llevar esa resurrección más dentro aún de nosotros mismos y adoptarla ya para todo el año.
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico. Como bien leemos, son celebraciones, riquezas… es decir, son alegrías, son diversiones, pero sin confundirnos. Es lógico que en esta semana de “relax” queramos aprovechar para descansar y desconectar, pero eso no quita que llevemos la fe muy dentro de nosotros, disfrutemos con Jesús dentro, no hay que ser un penitente ni un calvario, hay que vivir una semana en la que Jesús no salga de nuestro corazón.
Somos jóvenes y estamos viviendo una semana de pasión, sintámosla como tal. Cada día que nos levantemos hagámoslo sintiendo a Dios con nosotros en todo momento: en una comida con los amigos, en una tarde de procesión con nuestros padres, en una tradición de nuestro pueblo, en el encierro más bonito, en la Hermandad en la que vivimos desde pequeños. Cada uno, a nuestra manera,
¡seamos jóvenes católicos en Semana Santa!