Hoy en día puedo estar convencida de que algunas personas de las que nos rodean darían su vida por cambiar la situación de su sociedad, darían su vida por alcanzar su objetivo.
Llegados a este punto, una se enfrenta a una cuestión muy fuerte… ¿Por qué darías tu vida?
Es difícil entregar la vida por algo y más cuando no se tiene un pensamiento tan desarrollado como para crear una convicción fuerte de creer en algo superior que la propia vida de uno mismo. También, una de las tantas barreras que nos ponemos es el entregar la vida por aquello que es imprescindible para la vida misma, ya sea por un vínculo emocional fuerte o por una necesidad compulsiva hacia algo que se considera igual de imprescindible.
¿En algún momento os habéis parado a pensar en el mundo de las ideas? Nuestros objetivos, aquello que nos engloba, a los que queremos, a los que son como nosotros y a los que nos quieren.
Es muy complicado con apenas veinte años decidirte por qué darías la vida. Pero, ¿y si nos centramos en lo que queremos? En arriesgar lo máximo posible, sin hablar de riesgos estúpidos, me refiero mas bien a riesgos inteligentes y calculados. No hablo de hipotecas ni de una esposa a la que le entusiasme tus locas ideas de negocio, hablo de lo que significa arriesgarse al máximo, seguro que nadie se arrepiente. Centrarse en lo fundamental; en este caso, no hablo de las cosas probables que harás el resto de tu vida: leer, hablar, escribir, etc. Consigamos ser realmente buenos en lo vital.
Tenemos tiempo libre disponible, aprovechémoslo para desarrollar habilidades que nos harán más eficaces y productivos el resto de nuestra vida. Deberíamos rodearnos de personas que esperan que consigamos grandes logros en la vida, serán un empuje que literalmente te lance hacia logros importantes.
“Followyourbliss”. Hacer algo que te apasione, y como bien dijo Steve Jobs “Debes despertar y darte cuenta de que si lo que vas a hacer hoy es lo mismo que quieres hacer el resto de tu vida, eres una persona increíblemente feliz”.
Así bien, Dios se dio a sí mismo por nosotros, nos dio a su único hijo sin nosotros merecerlo.
¿Quién estaría dispuesto a dar la vida por Jesús? Más de uno levantaría la mano diciendo valiente y orgulloso como Pablo:
“¿Qué hacéis llorando y quebrándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aún a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.” (Hechos 21.13)
Pero, ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a dar la vida de un hijo, no la nuestra, en el nombre de Dios? ¿A devolverle el favor al padre?
¿Cuántos de nosotros haríamos lo que hizo Abraham, con el único hijo que tenía y que le llegó en forma milagrosa a él y a su esposa en su vejez por promesa de Dios?. No es nada fácil, ¿verdad?.
Como dijo Martin Luther King Jr. “lo que no te mata te fortalece”. Así es, Dios nos da la fortaleza para darlo todo por el.
En definitiva, dar tu vida por aquella persona a la que ves a tu lado hasta tu último día, dar tu vida por lo que te hace ser feliz, por lo que te hace levantarte un día por mucho que esté lloviendo, o dar tu vida por tus padres, los que te han dado el placer de vivir y los que van a compartir contigo hasta el último aliento. Dar tu vida a los mas necesitados, a hacer sonreír a un niño o a un anciano que no tiene familia. Dar tu vida por tus verdaderos “colegas”, y no precisamente los que se toman una cerveza contigo, sino los que te sacan de las peores situaciones. Dar tu vida por Jesús, quien murió por todos nosotros para brindarnos su riqueza.