«Seremos auténtico ejemplo de la alegría de ser cristianos si pasamos de las palabras a los hechos»
Como jóvenes católicos inmersos en una sociedad tan pluralizada y en la que los puntos de vista y las opiniones son tan dispares como la gente misma, es lógico que podamos preguntarnos a nosotros mismos, ¿cómo yo, un joven católico puedo poner mi granito de arena para cambiar el mundo y mejorarlo?
El Papa Francisco en estos meses de pontificado, nos ha invitado a los jóvenes en numerosas ocasiones a reflexionar sobre nuestra coherencia como cristianos y sobre si el testimonio de vida que damos refleja verdaderamente nuestra fe católica o si por el contrario, es una fe vacía, una capa de barniz superficial que no permite que el amor de Dios cale en nosotros y nos conduzca a tener una unidad de vida que nos renueve de la alegría de ser católicos y se contagie allá por donde vayamos.
Todos tenemos en nuestra memoria las largas colas que se formaron en los confesionarios situados en el parque del Retiro durante la JMJ de Madrid y ahora en ésta JMJ de Río que se está celebrando en estos días, las imágenes de los jóvenes saliendo de los confesionarios con una sonrisa de oreja a oreja vuelven a ser protagonista de numerosos medios de comunicación. Para empezar a cambiar el mundo y a transformarlo, debemos empezar por nosotros mismos, y en el Sacramento de la Confesión tenemos una oportunidad magnífica de encontrarnos con Dios, de poder recomenzar, de salir renovados con la certeza que da saberse querido por Dios.
No debemos desanimarnos si en nuestros grupos de amigos encontramos opiniones que difieren de la nuestra, el debate respetuoso siempre enriquece. Seremos auténtico ejemplo de la alegría de ser cristianos si pasamos de las palabras a los hechos, que se refleje en nuestros actos nuestra fe católica, que sepamos escuchar a un amigo cuando tenga un problema, que seamos serviciales en casa y estemos dispuestos a echar una mano. Como dice el Santo Padre Francisco «Un cristiano no puede ser jamás un ser triste: la alegría nace de haber encontrado a Jesús». Por eso nuestra actitud debe ser positiva, de derribar tópicos y clichés con una sonrisa y muchas ganas de ser fermento en la masa y transformar el mundo empezando por nosotros mismos.
Aprovecho que en estos días se está celebrando la JMJ de Río para recuperar unas palabras de Benedicto XVI al finalizar la JMJ de Madrid: » Ahora vais a regresar a vuestros lugares de residencia habitual. Vuestros amigos querrán saber qué es lo que ha cambiado en vosotros después de haber estado en Madrid con el Papa y cientos de miles de jóvenes de todo el mundo: ¿Qué vais a decirles? Os invito a que deis un audaz testimonio de vida cristiana ante los demás. Así seréis fermento de nuevos cristianos y haréis que la Iglesia despunte con pujanza en el corazón de muchos.»
Aceptemos la invitación de dar un audaz testimonio de vida cristiana y ser coherentes con nuestra fe y veremos como apoyados en Él no hay nada imposible… ¡Ni siquiera cambiar el mundo!