La importancia de la familia en la sociedad

Jóvenes Católicos

Uno de las responsabilidades que tiene nuestra familia es educar nuestro corazón.

La familia es el núcleo donde crecemos, donde estamos protegidos y donde aprendemos poco a poco, año tras año a ser mayores, a madurar. Los padres  son el referente más inmediato, a quien primero imitas y en quien primero te fijas.

Si los padres se aman, educarán a su hijo en el amor y para amar, y de esta manera el hijo, ya formando parte de la sociedad, podrá llegar a amarla y a servirla con amor, pues lo ha aprendido “de casa”.

Es importante tratar de fomentar en los hijos un corazón grande, capaz de amar de verdad a Dios y a los hombres, capaz de «sentir las preocupaciones de los que nos rodean, capaz de saber perdonar…etc.  Pues hacen falta corazones enamorados de las cosas que valen realmente la pena; enamorados, sobre todo, de Dios. Así como enseñarles a conocer a Dios por medio del catecismo, los evangelios, los sacramentos…etc. Pero todo esto es muy difícil que los hijos lo asimilen si no lo ven reflejado en sus padres.

Debemos enseñar a los hijos desde pequeños a tratar a Jesús y a su Madre con el mismo corazón y manifestaciones de cariño con que quieren a sus padres. De esta manera, se favorecerá, que descubran la verdadera grandeza de sus afectos y que el Señor se introduzca en sus almas pues un corazón que guarda su integridad para Dios, se posee entero y es capaz de donarse totalmente.

Desde esta perspectiva, el corazón se convierte en el centro de la persona, del hijo, del padre, y en definitiva de la familia.

En definitiva, y como he afirmado anteriormente, se necesitan corazones enamorados de Cristo, encendidos por la fé, las familias lo necesitan y como consecuencia,  la sociedad lo necesita. Por tanto, hagamos que realmente nuestras familias seas cunas de fé.